Nubes

Y seguramente sea feliz y seguramente no vaya a por ti. Y ya no seremos increíbles, ni invencibles. Y seguramente no seamos capaces de sostener la mirada más allá de tres toques de reloj. Lo más probable es que ya no nos queramos. Dijimos que en unas semanas no habría dolor, que encontraríamos una solución, pero el tiempo lo único que consiguió fue una disolución.
Yo me he prometido no volver a abusar de todas las bocas que vea pasar, me he prometido no volver a afirmar aquello que sé de sobra que no es verdad. He aquí la solución. Ya no hablaré de ti, mi naturaleza ha cambiado, mi dolor se ha volatilizado.
Qué quieres que te diga. Mi sueño se ha extinguido, pero solo ese. me quedan muchos más, claro que me quedan.
Y hasta la fecha seguiremos observando las nubes, porque quizás somos de aquellos pocos privilegiados que no han perdido la capacidad adolescente de abstraerse de aquello que les envuelve en un momento determinado observando las nubes, creyendo que tal vez, el cielo sea una inmensa pizarra en la que escribir y borrar pensamientos.
Lo cierto es que yo también soy del club de aquellas que tienen nubes en el pasador del cabello y en una caja de madera junto a la mesita de noche.















(Mi pragmatismo en ocasiones me concede treguas)

Up with people. Lambchop