Café a las dos

Las dos de la madrugada, las tres, las tres y media...miro el reloj y cada vez el tiempo va más deprisa y mi nerviosismo incrementa; maldita falta de sueño, maldito madrugar y maldito sea el despertador que me mira con ojos de “ lo lamento mucho querida, pero mañana va a ser un día un poco largo”. - “ ¿un poco largo? ¿Sólo un poco?, cállate anda y déjame dormir”-.Maldito café que supuran los poros de mi piel y lamenta mi estómago. Me remuevo en la cama como una lagartija con la cola desmembrada. La cama de noventa parece de cuarenta y cinco. Una vez en vilo mi sentido auditivo se vuelve paranormal, escucho a través de las paredes y creo incluso adivinar los ronquidos del vecino de la casa contigua, el sonido irritante del agua cayendo por la cisterna del baño y alguna que otra pareja demostrándose amor placentero...No puedo más, me levanto. Bebo un vaso de agua, miro el periódico; las 4 y cuarto. En la cocina hace frío y no hay nada ligero que poder picotear en la nevera. Pff..a la cama, que con suerte, llegando hasta la oveja número cuatro mil setecientos veinte consigo dormirme, y si no me duermo, al menos ya serán las ocho de la mañana y podré levantarme igual de despejada que lo que estoy en estos instantes.( cosa que todos sabemos que no va a suceder, una pena). Maldito insomnio cafeinómano, si es que es ocasionado por tal sustancia...