miércoles, 19 de noviembre de 2014

Durante la noche cerrada, en la que creí conocerle, escuchaba el susurro de las eses mudas que se escudaban en sus palabras. Dibujaba el color de su mirada y olor de sus ojos. Durante la noche cerrada le imaginaba repleto de añiles y de verdes. Le intuía entre rojos y corales. Le abrazaba entre amarillos y mostazas. Durante la noche cerrada en ocasiones le observo mientras duerme. Lo hago con sigilo y le presto mucha atención. Me adentro en sus sueños y le invito. Durante la noche cerrada, entre el oscuro de sus azules y añiles, me adentro en su alma y me apropio de lo que no me corresponde. Me apropio de lo que no quisiera, lo dejo vacío y sin argumento. Le robo los sueños, durante la noche cerrada. 
Y ya cuando amanece le devuelvo lo poco que me presta. Que no es casi nada, pero me sobra y me basta para descomponerme el alma. 



Buenas noches. 

lunes, 17 de noviembre de 2014

Entonces







(…) Pero claro, yo le tenía ahí delante, a la distancia prudencial imaginaria que crea una mesa de mármol blanco con dos tazas de café. Ahí estaba él explicándome no se qué historias de no se qué tema. Yo que sé, yo llevaba ya unos minutos que no le escuchaba y sólo me limitaba a emitir ruiditos de “aham” y asentir con la cabeza. (Lo mismo pensó que era lerda, normal, yo lo habría pensado). Yo estaba a otras cosas, hacía rato que estaba ya pensando en otras cosas desde que le sostuve la mirada a los ojos durante más de cinco segundos (cinco ETERNOS segundos). Yo estaba debatiéndome sobre cómo tenía que besarle y que estaba claro que ahí nadie movía ficha y que el cuento ese de esperar a que fuera el hombre el que daba el primer paso.., pues mira no, a estas alturas del panorama no, a ver si se iba a imaginar que había llegado hasta ahí sin haber sido una valiente, sin sufrir ni arriesgar nunca nada… De eso nada, majo. Así que yo le miraba: la boca, los ojos, los labios, la mirada, arriba, abajo, arriba…No se enteraba, nada, imposible. (Entonces debió pensar que estaba loca y que tenía un problema ocular, astigmatismo quizás). Por suerte, en uno de esos tontos acercamientos, que no sé si fortuitos o forzados, logré cogerle de la mano y taparle la boca. ENTONCES. Entonces me dije: ¡Venga valiente, venga! Y en un arrebato le planté la boca y le besé. Después él me besó. (eureka!) Y luego le mordí, por si no le había quedado lo suficientemente claro. (Y mientras en mi cabeza sonaba alguna canción, pero no me acuerdo. Y también me salió un cartelito que ponía “PRECAUCIÓN peligro de enamoramiento”, pero a ese tampoco le hice demasiado caso, MAL). Y blablabla (…)






Ales.