lunes, 26 de octubre de 2009

ego-ísmo

Hay veces en las que la rutina, las cosas que nos suceden a diario y otras circunstancias, nos hacen comportarnos de manera estúpida. Nos anulan el alma, los sentimientos y nos hacen parecer tremendamente frágiles y vacíos de esa sustancia tan importante que es la alegría. Viendo las cosas desde una distancia prudencial te das cuenta de los errores que has cometido y de lo que verdaderamente te importa, te das cuenta de que no puedes dejar que las situaciones te superen y puedan contigo, sino al contrario, tienes aramrte de valor e intentar afrontarlas y resolverlas de forma racional.
Otra cosa que tampoco debes hacer es involucrar a las personas que más quieres en dicha espiral, debes ser consciente de que todos nosotros tenemos unos miedos y unas ambiciones y tenemos que respetarlos, cuando hacemos partícipes al resto de nuestros pesares estamos siendo egoístas, porque no hacemos otra cosa que escucharnos a nosotros mismos, olvidándonos del resto, de sus necesidades y de sus propios anhelos. Comportándonos de forma hostil no conseguimos resolver nada, todo lo contrario, envolvemos nuestra vida con telarañas de amargor y pesar, estados neuróticos que detonan en el momento menos oportuno y nos hacen daño; y lo que es peor, también repercuten en los demás, como un daño colateral.
Hay que ser consciente del medio que nos rodea, hay que ser fuerte y dejar fluir las cosas que no nos aportan nada más allá del dolor y los pensamientos negativos y mantener alejados de ellos a la gente que nos importa.


Volver a irradiar alegría y optimismo, disfrutar con las cosas que me hacen sentir mariposas en el estómago, que me ponen los pelos de punta, que aceleran mi pulso, que me dibujan sonrisas en la cara y hacen brillar mis pupilas (brillar de alegría).
Volver con fuerza, volver a ser yo, yo misma, renovada y con unas ganas tremendas de querer, de dejarme querer y disfrutar de la compañía de la gente que me aprecia, que se ríe de mi peculiar humor y de mis tonterías varías, que me hacen humana y sobre todo humilde. Y quiero aprender a amar sin reloj, sin trabas y sin agobios, sólo con un sentimiento compartido y unas tremendas ganas de disfrutar y vivir. La vida no se mide a golpes de reloj.

No quiero volver a ser egoísta nunca más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario