Comunicar no es sólo hablar, comunicar es transmitir. Y no todo el mundo posee esa cualidad, tampoco es tan fácil como parece. Puedes estudiar mil carreras y leer cien mil libros y luego ser incapaz de expresar un sentimiento con un silencio. Puedes charlar durante mil horas y luego ser consciente de que todo lo que has dicho se reduce a paja.(sí, ese tipo de paja con la que se rellenan algunas cajas de embalaje, pero con la diferencia de que dentro de esas cajas sólo hay aire, caca)Y en estos tiempos en los que vivimos, donde todos somos periodistas, donde todos sabemos opinar de todo y todos nos creemos poseedores de la razón (¿he dicho razón?Uy, ¿y qué es eso?), parece ser que todos también tenemos vidas trepidantes que mostrar y qué comunicar, ¿a quién?, ¿cómo? a nuestro ego, mediante halagos.
Pues yo me canso, me canso de tener que borrar mails de petardos humanos que actualizan sus blogs con más frecuencia que el metro en hora punta. Me canso de las personas que cansan, que agotan, que creen encontrar en un blog o en una fotografía de una revista todo aquello que en su vida cotidiana no tienen. (que conste que yo lo respeto, pero que conste que yo no sé callarme). A mí me dan igual sus cenas, sus zapatos nuevos y su cuenta corriente. A mí me da lo mismo dónde viven o a qué se dedican. Me es absolutamente igual. Y qué, que puede pasar, ¿que crean que yo soy una más?, ¿que me lancen cuchillos?, ¿que me señalen con el dedo?, ¿qué crean que estoy en su contra o que les envidio? Indiferencia les traigo. Yo sólo hablo sobre lo que conozco, yo solo muestro lo que estoy dispuesta a mostrar. Me guardo más, mucho más, de verdad que lo hago. Yo sólo hablo de mí. Y no es que tenga nada interesante que mostrar, pero igual sí.
Así que despertemos ya, por favor, que alguien nos tire el cubo de agua fría por encima. El reconocimiento y la humildad, el carisma y el éxito no es algo que se deba de anhelar, eso viene implícito ya en cada persona, con cada detalle, con cada gesto, con cada idea, con cada desvelo, con cada uno de los buenos propósitos que nos cuestionamos. Con cada intento de cambio, con cada oportunidad, con cada nuevo giro de tuerca...
Pues yo me canso, me canso de tener que borrar mails de petardos humanos que actualizan sus blogs con más frecuencia que el metro en hora punta. Me canso de las personas que cansan, que agotan, que creen encontrar en un blog o en una fotografía de una revista todo aquello que en su vida cotidiana no tienen. (que conste que yo lo respeto, pero que conste que yo no sé callarme). A mí me dan igual sus cenas, sus zapatos nuevos y su cuenta corriente. A mí me da lo mismo dónde viven o a qué se dedican. Me es absolutamente igual. Y qué, que puede pasar, ¿que crean que yo soy una más?, ¿que me lancen cuchillos?, ¿que me señalen con el dedo?, ¿qué crean que estoy en su contra o que les envidio? Indiferencia les traigo. Yo sólo hablo sobre lo que conozco, yo solo muestro lo que estoy dispuesta a mostrar. Me guardo más, mucho más, de verdad que lo hago. Yo sólo hablo de mí. Y no es que tenga nada interesante que mostrar, pero igual sí.
Así que despertemos ya, por favor, que alguien nos tire el cubo de agua fría por encima. El reconocimiento y la humildad, el carisma y el éxito no es algo que se deba de anhelar, eso viene implícito ya en cada persona, con cada detalle, con cada gesto, con cada idea, con cada desvelo, con cada uno de los buenos propósitos que nos cuestionamos. Con cada intento de cambio, con cada oportunidad, con cada nuevo giro de tuerca...
Mi anhelo no es el triunfo de la vida sobre la vida, mi anhelo es el triunfo de MI vida sobre MI vida.
Pero bueno, a fin de cuentas soy una más quizás. Una niña más que intenta gritar y escapar de todo este borreguismo superficial que sobrevuela por la ciudad.
Otra más. ¿y qué?
Yo sé que no soy una más. Y si lo soy, pues genial.
No intento sorprender a nadie, yo solo quiero que me sorprendan a mí, pero de verdad.
La puta obsesión de triunfar, pesa en la cabeza: la puta desilusión de fracasar, pesa en el corazón. ( y a mí me pesa el alma)
Pero bueno, a fin de cuentas soy una más quizás. Una niña más que intenta gritar y escapar de todo este borreguismo superficial que sobrevuela por la ciudad.
Otra más. ¿y qué?
Yo sé que no soy una más. Y si lo soy, pues genial.
No intento sorprender a nadie, yo solo quiero que me sorprendan a mí, pero de verdad.
La puta obsesión de triunfar, pesa en la cabeza: la puta desilusión de fracasar, pesa en el corazón. ( y a mí me pesa el alma)
Prefiero seguir caminando, a mi ritmo, y esperar. Y si tiene que ser, será. Pero que no me hagan cambiar, que yo soy así, de serie.
(NO, no, NO, NO, NO, que NO)
me ha encantado el texto, pero la frase final es genial. si me permites, me la aplico.
ResponderEliminar