domingo, 7 de junio de 2009

telegramas mudos


Caían, las gotas de lluvia caían,..resbalaban por mis mejillas desparramando por los párpados todo el maquillaje que horas antes había aplicado sobre las pestañas, de manera minuciosa y abundante, empañando mi vista y tornando oscura la luz que mis pupilas captaban de las farolas. Caminaba erguida, apresurada, con los pies empapados de agua, con las manos en los bolsillos intentando mantener los brazos pegados al cuerpo, firmes, para así guardar todo el calor que mi cuerpo desprendía después de haber tomado unas copas de más. El bolso se contoneaba de un lado a otro chocándose de vez en cuando con mi cadera, haciendo sonar las llaves de casa como el cascabel de un gato que anda jugando por los tejados.
Y por la calle sólo se oía la lluvia y algún que otro tronar de pajarillo que parecía estar llamando a gritos al astro sol para que éste se levantara. Y nada más, solo encontraba almas empapadas en alcohol y en agua deambulando indiferentes por senderos que trazaban a modo de zig-zag, tarareando canciones anteriores o recordando para sí mismos conversaciones embriagadas.
Las piernas me dolían y lo único que quería era poder llegar a casa de una vez por todas para envolverme en la manta y enviar telegramas mudos con la mente, deseando las buenas noches y enmarcando esa despedida con beso, un beso de esos que se quedan grabados en los labios como si hubiesen sido cincelados por un maestro ebanista.
Y llegué a casa, tiré la ropa por el suelo y me desplome en el sueño. Y soñé, soñé con él quizás, o quizás soñé contigo...




The Dodos. Winter.


1 comentario:

  1. Muy boniato.

    (La foto que tienes a la derecha en un marco dorado, la de las piernas, me recuerda a la peli El Mago de Oz)

    ResponderEliminar