sábado, 23 de octubre de 2010

Me dicen que siempre hablo del amor y de los sentimientos. Bueno, es de lo único que sé que quizás pueda hablar.  Y no porque no tenga otro tema de conversación, en realidad creo que sería capaz de hablar de muchas cosas más, pero sinceramente, no creo que ninguna de ellas valiera la pena, aunque tampoco estoy diciendo que en ocasiones el amor valga la pena, eso tampoco.
En fin. Si nos damos cuenta en el transcurso de la historia se han librado grandes batallas por temas relacionados a la venganza, al desamor, a la soledad, al despecho... lo extraño sería que en pleno siglo XXI todo esto hubiese desaparecido, que nos hubiésemos convertido en seres simples que ni sufren ni padecen, que no sienten...que nos hubiésemos convertido en piedras, a fin de cuentas. Pero no es el caso. Sin amor no existiría nada. La música sería menos música y los libros menos libros. No habría historias que contar ni sentimientos que compartir. Una verdadera pena. Y bien, puestos a que mi vida amorosa es un verdadero desastre, a que soy una fanática de la sensibilidad. A que sería capaz de todo si en algún momento me viese abordada por alguien verdaderamente especial. A que soy adicta a los besos, al chocolate y a los abrazos matutinos... debido a todo ello no me queda mayor alternativa que intentar expresar como mínimamente puedo lo poco interesante que me pasa, que en realidad nos pasa a todos en algún determinado momento. Eso es todo, y por eso lo hago. Y no es que me guste dar nunca explicaciones, pero bueno, hoy me apetece y punto. 
Creo que nos encontramos en un momento de tanto miedo al rechazo y de tanto pánico amoroso que no somos capaces de atisbar la mínima señal de infinita ternura. Y en cuanto conocemos algo medianamente increíble nos abalanzamos con tal amplitud que asustamos hasta al más indiferente. Hay que tomarse las cosas con calma, sí. Con calma. Que conste que soy la primera a la que le gusta adelantar acontecimientos y llenar de plena felicidad la vida de esas personas que me resultan interesantes, de esas personas que, por una extraña razón me atraen. Comerme el tarro ideando formas extravagantes y originales con las que enviar señales absurdas de amor. De puto amor. No sé, sé que es algo que a mí también me gustaría y a pesar de estar desolada y un poco pasiva al respecto, no pierdo la razón ni la esperanza en mi intento de colmar de sonrisas lo poco profundo que quizás pueda ser el pozo en el cual nos encontramos. Yo no me rindo nunca. Rendirse es de cobardes... y cuando algo merece la pena LO DOY TODO hasta quedar exhausta. En la mayoría de ocasiones pierdo y me autoengaño, pero ¡ alguna vez tendrá que salir bien!... ¿No os parece?
Pero no te preocupes, yo no voy a a hacerte daño. Yo no sé de esas cosas.
Así que sonríe, dedícame sólo una sonrisa y después, después no sé. Pero creo que vendrá todo rodado. Puede que esta vez sí. Pero no te asustes, yo no estoy loca. Sólo eres tú, tú me haces perder la cabeza. Y me da lo mismo que sea porque yo me lo invente ,tengo derecho a inventármelo. Y si lo idealizo es porque tengo derecho a idealizarlo. Y ya.
Buenos días.

2 comentarios:

  1. Creo que esta entrada debería tener por lo menos un comentario. Escribiste mucho desde la última vez que pasé por aquí pero no sé si es mejor comentar en cada una (opción por la que casi siempre opto pero que luego el autor nunca se entera y así no tiene chiste) o realizar una aparición global en la que se anotan, a manera de resumen, los comentarios como referencia a otras entradas (generalmente no me gusta pero hoy me voy a llevar la contraria). La entrada con el mensaje de BESO, me ha parecido maravillosa. Me gustan tus fotos, esta bitácora es muy creativa. Mmm, pero como dije, creo que aquí por lo menos debiera aparecer un comentario. Estoy de acuerdo con lo que escribes, me identifico en muchos pasajes. Muchas ocasiones me he preguntado si es posible amar de otra manera menos arrobada y si reaccionar de esa otra forma que no nos perdiera no sería matar la esencia del sentimiento que buscamos. Si no sería mejor aprender que nosotros (yo ante mí) soy un misterio y que el amor a uno mismo no es menor empresa que añorar el deseo, cariño y comprensión de otra persona.

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