domingo, 8 de noviembre de 2009

- Planteamiento.


Sentada en el sofá rojo del salón apenas iluminado observando como se consume un cigarro entre mis dedos. Me cubro con una manta porque tengo frío y escucho llover. Desde el otro lado de la habitación un reloj sentencia el paso del tiempo con su acompasado tic-tac. Cierro los ojos, me muerdo los labios y dibujo circunferencias con las yemas de mis dedos sobre mi cabeza, una costumbre que aún mantengo a pesar de no tener el cabello largo. Un relámpago disipa mi remediable estado catatónico y me transporta a mi realidad de vasos de agua medio vacíos, cajas de galletas apiladas y ceniceros humeantes...



- Nudo.


Y no, no me gustan los domingos, nunca me han gustado. No se si es por el hecho de que sea el único momento de la semana en el que mi cabeza se despoja de su irritante organización y se presta más a la simple observación que al análisis o porque en realidad me incomoda la idea de que no pueda hacer nada para salvar el mundo... (y menos a mí)
O no se si es porque quizás el séptimo día de la semana es el único recuadro del calendario que nunca se rellenar con algo que no conlleve tener que aguantarme durante toda la jornada,(lease soledad post-alcoholísmo)que me mantenga distraída... Siempre acabo enfadada.




- Desenlace




No lo sé pero necesito acción, ya me estoy cansando de ser una mera espectadora de la reacción.

Me da rabia y me sale mi mal genio y mi pobre cuaderno parece el muro de las lamentaciones. (Horror)











(Próxima tarea: tirarlo a la basura)

1 comentario:

  1. Los domingos a mí tambíen me dan pena. La verdad es que pasarían mucho mejor si en mi sofá estuvieras tú a mi lado. ¿Te vienes un rato?



    A de Anónimo.

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