viernes, 26 de febrero de 2010

el cuarto de juegos...

La felicidad la golpeó, la zarandeó entre sus brazos y luego la tiró al suelo como a una muñeca de trapo que ya no gusta a los niños. Pero esa muñeca resistió el golpe, pero poco después esa muñeca vagó de mano en mano de niños sin escrúpulos, de personajes de cuento, de feria y de pesadilla...ella pudo con el paso del tiempo, pudo con la desidia, los celos e incluso con su propio orgullo. Pudo con todo y si lo hizo fue por algo. Se olvidó de todo. Se olvidó de recordar. Y fue más fácil que lo que se pensaba... Pues desconocía cuánto tiempo iba a encontrarse en el baúl de aquel cuarto de juegos y como la necedad en ocasiones causa estragos mentales, decidió proseguir, decidió disfrutar del tiempo que se le otorgaba en vez de pensar en los instantes que se le consumían o en el futuro incierto que le rodeaba. Qué más daba. No podía estar toda la vida intentando recordar las cosas que ella misma se inventaba. Era imposible. Y por eso sonreía de medio lado, por eso reía y por eso abrazaba instantes sugerentes de niños que sí disfrutaban con ella, que compartían sus guiños y su pelo alborotado. Ella era normal y era completamente distinta al resto. Una muñeca de las que ya no quedan. Una muñeca dispuesta a luchar por todo. Una muñeca loca por el amor. Una muñeca no apta para mentes ordinarias.
Creo que hay algún soldadito por ahí...
Y un tren de hojalata...
Y un osito de lana...

1 comentario:

  1. precioso blog, yo también creo en trenes de hojalata y ositos de lana que te devuelven la felicidad. Un saludo desde ladytacones! (me encanta tu música y tu cabecera).

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