martes, 22 de junio de 2010

te lo digo yo.

Sienta, siéntate y espera, que todo llega, que todo en algún determinado momento se da la vuelta. Todo. La vida es cíclica, los momentos son cíclicos, los sentimientos, las paradojas, los detalles, las ilusiones. Todo gira alrededor de un espacio al que denominamos tiempo, al que solemos describir como vida.Todo, todo, todo. De qué te sirve escudarte en aquello que no quieres ser, en aquello que sabes que puede doler, que puede herir, que puede calar en el alma de terceros. Para que te sirve escudarte en mentir, en insultar, en hacerte notar, en pasar por frágil e inocente cuando en el fondo sabes que no lo eres, por mucho que te lo hagas creer, por mucho que lo escribas delante de un folio en blanco cien veces...se te va a olvidar, en algún momento inoportuno se te olvidará y te mostrarás tal cual eres. Así que termina ya con esta farsa, con este circo de marionetas, con este infantilismo mediocre que te está comiendo las entrañas. Páralo ya aunque sea demasiado tarde, por que ya es tarde, porque el daño ya está hecho, porque ya te has descubierto, ya te has mostrado. No prosigas, párate, frena en seco. ¿No te das cuenta de que ya ni tu mismo te crees tu propio cuento?. ¿No te percatas de que no estás obrando de la manera correcta? Claro que sí, no eres tonto, no lo eres, pero a veces el propio orgullo es más venenoso que el ácido de una víbora... y eres orgullo, eres víbora, eres una manzana podrida en un cesto. Podrías intentar buscar tu propio antídoto, buscar la solución a toda la maraña de incongruentes argumentos que vas tejiendo día tras día. Siéntate, siéntate y espera...que llegará el día en el que propio jugo te ahogue ante tales circunstancias. Pedirás auxilio, pedirás redención, lo pedirás todo y lo único que conseguirás será escuchar a tu propia voz retumbando contra las paredes de tu habitación...estarás solo, sólo ante las ruinas de tu miserable palacio, ese palacio que tan fácilmente construiste. 
Ahora puedes empezar con lo más fácil.
Empieza pidiendo perdón,
tu antídoto.
Y si tú no lo sabes, ya te lo digo yo.









3 comentarios:

  1. Me ha encantado,hay quien se lo merece.Nadie estamos libres de tirarle piedras al otro,aunque lo presumamos.Deberiamos ponernos en la piel del otro,y más,si alguna vez hempos sentido aprecio por ellos.Pero quizás es que ese aprecio haya sido invisible,trás una pantalla,sino,el corazón hablaría...

    ResponderEliminar
  2. Hola Ales. Te seguía en aquella época en la que el fotolog estaba más a la orden del día y hoy he descubierto que sigues por aquí, escribiendo de esa forma que tienes, duene podríamos llamarlo. Me alegra saber que no soy la única que se escuda en fortalezas imaginarias sobras las que levanta enormes castillos, palacios de cuento o torres altas, sin más. Un saludo de una gallega a la que siempre emocionas, sorprendes con tus pequeños grandes textos barra reflexiones.

    ResponderEliminar
  3. muchísimas gracias Inés.
    Me alegra mucho que mis vomitonas mentales todavía mantegan esa chispa...
    mil gracias, de veras.


    ales.

    ResponderEliminar