martes, 12 de octubre de 2010


Historias de amor que cuentan dos horas pero parecen sumar cuarenta. El tiempo embotellado y envasado al vacío. Sublime amor juvenil. Peripecias, tramas, pasión concentrada sobre las cuatro patas de una cama. Relojes que interceptan estados de ánimo y necesidades y los transforman en algo verdaderamente especial y extraño que nos evade a dimensiones desconocidas hasta la fecha. Pero qué es el tiempo, que son los sentimientos, cómo defines un instante, un momento un acontecimiento... Cómo. Cuánto cuesta olvidar, cual es el precio. Cómo se consigue alejar de nuestra cabeza esos pedazos en los que se ha descompuesto nuestro corazón... No hay fórmula, ni consejo, ni  médico que recete esa medicina que nos ayude a recomponer nuestra desdicha... O quizás si. Quizás es que somos ciegos y demasiado ansiosos, pero si sabemos ver un poquito más allá de nuestras propias narices nos percataremos de que, misteriosamente, existen muchos horizontes más a los que dirigirse y tal vez sean más abruptos, más curiosos y más sensuales...Por lo que no podemos bajar la cabeza y empezar a compadecernos por nuestra desdicha. Qué demonios. Existen cosas mejores, claro que existen. Sólo hay que rebuscar un poquito. O no. Ay! qué mala soy para esto de dar consejos. Hay que dejarse llevar, dejarse sorprender, dejarse amar. Y así un día sin pensar, uno de esos en los que ya seamos capaces de trasladar el trauma al cubo de la basura, por el camino encontraremos algo que captará nuestra atención. 
Y quizás por allí entonces me encuentre yo...
Porque creo que voy a empezar a caminar en círculo hasta que tropieces conmigo.
Que yo no te lo he dicho y no sé si es química o física o matemática o filosofía... pero hay algo, sé que hay algo por aquí dentro que empieza a poner en marcha ese mecanismo que yo ya tenía tan olvidado y que he empezado a engrasar. Es ese mecanismos del que están hechos los sueños y que transmite su movimiento a mi cara haciéndome esbozar una gran sonrisa cuando imagino que, por un instante, yo pueda encontrarme rondando por tu cabeza al mismo tiempo. Y eso me pasa. Y me enfado porque no puedo comprenderlo. Pero bueno, yo sigo merodeando. Igual me encuentras (o te encuentro yo y te rapto).




















pasito, pasito, salto, pasito...



hola! ¿sería tan amable de escapar conmigo?

4 comentarios:

  1. BONITA.
    BONITA.
    BONITA.


    ¿Y quién es el afortunado que merodea por tu cabeza?

    ResponderEliminar
  2. BONITA.
    BONITA.
    BONITA.


    ¿Y quién es el afortunado que merodea por tu cabeza?

    ResponderEliminar
  3. De blog en blog llegé aqui.Me encanta todo lo que escribes y tu forma de sentir y expresarlo.
    Hace no mucho te ví en el tupperware(noche en blanco) y estuve a puntito de hablarte sólo para decirte "Pronto llegará y no dejarás de sonreir, verás que si" pero mi timidez (y el que no pensarás que una psicopata te abordaba jajaja) me lo impidio.

    Sonrie que todo llega :)

    ResponderEliminar