domingo, 3 de octubre de 2010

Simplemente perderme. O que me pierdan. Que los bosques de hojarasca me engullan. Quizás allí te encuentres tú, quizás en alguna rama de aquel árbol, ese medio torcido y medio seco. Seguro que me estás observando. ¿qué ves? ¿Quieres que me acerque más? Hubo un día en el que tus pupilas se encontraron a escasos centímetros de mis mejillas y ni tan siquiera fuiste tan cobarde de no robarme un beso. Ahora quizás mejor no lo pienses. Yo no sirvo de amante de media noche, qué quieres. Yo no valgo para eso. Por eso me pierdo y quizás me gusta que me pierdan. Para que vengan a buscarme. Yo no sé dar besos a escondidas, no sé robar sonrisas que no me pertenecen, no sé chillar hacia ventanas con las persianas a medias. Tampoco quiero aprenderlo. Perdida no me entero de nada, no tengo rumbo, no sé dónde me encuentro. Y no sufro. Y no sufres tú. Ni sufre el otro. Ni ella. En alguna ocasión me encantaría reencontrarme, en ocasiones ronda esa idea por mi cabeza. Pero seamos sinceros, nuestro rumbo está guiado por brújulas que señalan distintos nortes. Y es imposible encontrarnos. Y es imposible que aprendamos a amarnos... Y si no es para eso, lo siento, pero para contar estrellas, sorber la espuma del café y comer palomitas en el banco del parque ya tengo equipaje suficiente. 





Tú eres listo, seguro que lo entiendes.








Yo me pierdo con facilidad.

2 comentarios:

  1. De vez en cuando voy navegando entre los blogs de blogger, saltando de uno a otro hasta que doy con algo como el tuyo. Gracias.
    Me ha encantado este escrito. Sencillo, directo, sincero.
    Una cosa más: lo bonito es perderse para encontrar lo inesperado :)

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  2. Alucinante texto señorita =) Muy muy bueno! un besin!

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