lunes, 15 de noviembre de 2010

la sinceridad

De la misma forma que a veces me inflo de positivismo, en otras me desinflo con más rapidez aún si cabe. Y no sé si es por mi maldita costumbre de recurrir a los consejos y comentarios que hacen la gente que me rodea. Escuchar las razones y los puntos de vista de terceros está bien, es necesario, es lógico. Pero lo cierto es que cuando éstos no te dicen aquello que verdaderamente te gustaría oír cuesta un poco afrontarlos. Y yo que soy terca, terca como una mula... La sinceridad y todo esto está muy bien, pero joder, tampoco es plan romper las ilusiones de nadie por el mero hecho de ser una persona “sincera”. Ser sincero, para empezar, no es ser un “bocazas”. Tú no puedes ir por el mundo pregonando a los cuatro vientos lo primero que te viene a la cabeza. Ser realista, racional, vale, pasa. Pero de la misma forma se debería entender el hecho de que la gente tiene sueños e ilusiones y que no somos nadie como para derribar los pocos muros que cada uno ha ido construyendo poco a poco. Eso no me parece bien. Una persona sincera es aquella que te muestra la materia de sus sentimientos de forma transparente, desde dentro, sin ornamentos ni distracciones. De hecho, su origen etimológico proviene de la antigua Francia, cuando los escultores hacían sus estatuas de piedra. Aquellos que eran expertos en la materia no tenían que recurrir a ceras y otros materiales para poner punto final a su obra. Eran estatuas “sin cera”. Eran obras tal y como se veían, no tenían nada oculto, ningún rasguño, ninguna tara. “Sin cera”, así de fácil. Es curioso. ¿Verdad?
Otro elemento a tener en cuenta en cuanto al tema de la sinceridad es el hecho de saber comprender al individuo, saber si es conveniente o no, o si es el momento adecuado. Requiere de mucho valor y siempre se debe concluir con una razón, un por qué. Ser franco es ser humilde, no sólo de palabra si no también con nuestras propias acciones y no podemos encubrir la frustración de nuestros propios errores arremetiendo contra los deseos de los demás. Quizás sea por ello que siempre me muestre muy cauta en los momentos en los que tengo que dar a conocer mi punto de vista, quizás por eso me cuesta tanto siempre dar con una solución o con un consejo. Pero la verdad es que todo se ve distinto cuando lo observas desde una distancia prudencial.
¿Y por qué razón no podría yo misma darme cuenta?
¿Por qué me ciego tanto en ocasiones?
¿Somos realmente sinceros con nosotros mismos? ¿Y con los demás...?

2 comentarios:

  1. ser sincero con uno mismo es más difícil de lo que parece... y ser sincero con los demás, tener tacto y saber aconsejar aún más. Yo también pienso que hay gente que confunde ser sincero con ser garrulo, no se puede ir por la vida soltando lo primero que se te viene a la cabeza... hay que tener humildad y una perspectiva noble y respetuosa hacia las decisiones, acciones y puntos de vista de los demás...

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  2. Me encanta tu blog, es todo corazón. Lo he descubierto gracias al blog de oysho!

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