domingo, 30 de enero de 2011

Domingo, treinta de enero del dos mil once.
Durante la sintaxis rítmica de nuestra vida ocurren demasiadas cosas que, paulatinamente, cambian de color el prisma por el cual observamos las cosas de nuestro día a día.
En principio,conforme vamos creciendo, bueno, ahora diremos que conforme nos vamos haciendo mayores, y las experiencias se acumulan sobre el polvo de los viejos libros de texto y sobre montañas de fotografías, vamos puliendo todos aquellos miedos y todos esos sinsabores que se habían adherido a las paredes transparentes de nuestros sentimientos y que, de forma inexplicable, tanto daño y tanto dolor nos habían ocasionado en un pasado, lejano o muy lejano, o simplemente cercano. Hemos desechado todas esas minúsculas partículas de odio, de celos, de amargura, de derrota, de miedo y de desamor, tornándolas más etéreas o simplemente hemos limado sus bordes para que no existan aristas puntiagudas que puedan rasgar nuestra alma si en algún momento volvemos a deambular por los alrededores de nuestro subconsciente más amargo. No es plan volver a arañarnos con la misma mierda de siempre, por que sí, siempre es la misma mierda, con distinto nombre, fecha y lugar, pero la misma porquería al fin y al cabo. No es plan volver a caer en lo de siempre si de alguna forma sabemos que podemos cambiarlo. Se supone que la experiencia ayuda, bueno, se supone, a no caer en los mismos errores de siempre... pero bueno, es tan fácil confundirse...
Todas las historias se repiten, todas, todas, todas. Y si no, también existen nuevas, pequeños borradores de palpitaciones oscuras, que van calando por dentro gota a gota y que nos increpan en nuestra labor de seguir adelante con nuestras ilusiones. Y bien, sí, todo esto es miedo. Es un poco absurdo quizás o incoherente, pero el miedo es lo único que no desaparece conforme vas adquiriendo experiencia. Lamentablemente no es como cocinar un gran pastel que va mejorando la receta conforme más veces lo vas haciendo. Con el miedo ocurre lo contrario. Cuanto más lo conoces y cuantas más experiencias e historias acumulas, más miedo tienes en la próxima ocasión. ¿Y todo esto por qué?¿ No se supone que la experiencia es un grado? ¿No se supone que los errores sirven para no volver a cometerlos en el futuro y que son una ventaja ante los acontecimientos que aún están por llegar? Lo cierto es que no. Así que habrá que asumir que lo pasado siempre va a estar ahí, de una forma u otra, y que en vez de intentar creer que podemos olvidarlo lo que podemos hacer es aprender a vivir con ello, pues no tenemos una tecla de reseteo mental que nos ayude a empezar de cero, además, imaginaos que aburrido debería ser si todas las historias comenzaran siempre desde el mismo punto, no habría ningún ápice de originalidad...Siempre lo mismo en el mismo punto. Y bien, lo interesante y lo verdaderamente increíble sucede cuando aprendemos a empezar de nuevo cuando a pesar de encontramos en diferentes lugares del plano, con distintos y variopintos caminos trazados, entre lineas rectas, líneas discontinuas, espirales y círculos. Lo genial sucede entonces, lo magnífico. ¿Por que decidme, acaso no existe algo más fantástico que estrenar un trazo nuevo con un distinto color?
Ya va siendo hora de sacar la vieja caja de lápices.

2 comentarios:

  1. que razón tienes... dónde tengo que firmar para que se me borren un par de cosas que tengo en la sesera? es imposible. Aprenderemos sin más a convivir con ello al igual que nos acostumbramos a que nuestra sombra camine a nuestro lado.

    Un beso


    tlqng.blogspot.com

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  2. el miedo es como un fantasma. si lo levantas, no hay nada... y cierto es que las historias se repiten, pero creo que lo hacen por no intentar buscar el patron común en ellas... una vez encuentras que hay en ti que busca ese tipo de historias, dejan de repetirse. y creo que de lo único -aún cuando sigue siendo mínimo- que podemos aprender un poco: es de nosotros mismos. Tal vez deberíamos buscar todos "dentro" lo que buscamos siempre "fuera"...

    adoro pasearme por aquí!

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