lunes, 12 de septiembre de 2011

cinco.

(Foto de archivo: Octubre 2006)




Ayer fué el quinto aniversario del momento en el que empezé a contar desde cero. Ya no me acordaba, o quizás sí. Claro que me acuerdo, hace cinco años que ya no está aquí. Es increíble lo rápido que pasa el tiempo...  Aprendí a pensar, a pederle el miedo al vacío con tu último apretón de manos en la madrugada. (Eso no puedo borrarlo jamás de mi memoria. Lo tengo grabado a fuego.)




He rescatado este texto, que escribí hace un par de años. Y siento todas y cada una de esas palabras como si las estuviese soltando a través de mis dedos en este preciso instante:

Te hablaré de la muerte, si es que nunca te han hablado de ella.



"Desde pequeños nos han inculcado la doctrina de la vida, la ilusión por vivir, por crecer, por amar y por respetar la vida de los otros. Con la idea de que todo debe existir, todo, desde que se revela como una mólecula hasta que se constituye como un sujeto que siente, que florece y que respira. Tenemos la necesidad innata de amar y de sentirnos amados, de mostrar nuestros sentimientos de forma palpable; ya sea con un beso, con un abrazo o con unas palabras de apoyo. Y lo hacemos, en parte, para que a su vez, el otro sujeto nos demuestre lo mismo, de manera recíproca, " yo te amo, tú me amas" suena egoísta, pero es así... Pero el dilema existe cuando éste sujeto falta, cuando la muerte se manifiesta... Nos derrumbamos y nos trituramos la cabeza con recuerdos y con sentimientos de abandono, melancolía y tristeza. Nos abruma la muerte. ¿Y todo ésto por qué? Pues porque no estamos preparados para ella, porque nadie nos ha enseñado a afrontar la pérdida de algo querido, porque nadie ha sido capaz de mostrarnos una vía correcta para suplir o rellenar el vacío de sentimientos que se muestra después de la calamidad. Y en cierto modo, nunca va a poder recubrirse con algo ni tan siquiera similar ( porque cada sujeto es único e inigualable en el tiempo y en la distancia). Tampoco debemos hacerlo, pero tenemos que comprender que la vida sigue, que es muy fácil decirlo y que conseguirlo es muy complicado, pero es verdaderamente necesario. Y que justamente en ese momento es cuando más energía debemos derrochar en intentar continuar de la mejor forma posible, en repartir todos esos sentimientos que nos quedaban por regalar al resto de los seres que nos rodean, en vez de guardarlos y etiquetarlos en unas cajas de cartón.
Ocultarlos es un desperdicio y la vida es demasiado corta como para malgastarla viviendo de recuerdos pasados y de tiempos distintos. Hay que reconstruirse personalmente y contemplar y disfrutar las cosas que en estos precisos momentos podemos experimentar, saborear y sentir. Y sentirse pleno porque en el fondo sabes, que alguien estará observandote y se sentirá muy orgulloso de tí. La muerte nos enseña a ser un poco más humanos."

Pamplona. 29 de marzo de 2009





5 comentarios:

  1. No me puedo creer que hace tiempo te perdiese la pista. Hoy, al ver el vídeo de Odio París te he visto ahí y me he vuelto loca buscándote. Siempre solía escuchar las listas de reproducción que ponías en tu blog y gracias a ti conocí a ese grupo ahora importante para mí. Me acordaba de tu nombre, pero me ha llevado un rato volver a dar con tu blog. Me alegro de tenerte de nuevo por mis favoritos.
    Un saludo.
    M.

    ResponderEliminar
  2. no sabes la tremendísima ilusión que me hace. :) rebienvenida. (espero que ahora sea para siempre)
    Ales

    ResponderEliminar
  3. Algo similar se siente cuando alguien se va de viaje para mucho tiempo y de manera irremediable. Las despedidas son horribles.

    Y justo me viene al pelo leer esto hoy.

    ResponderEliminar